Resoluciones del Comité Central del Partido Socialista
Brigada de los Trabajadores Socialistas Mineduc
Santiago, 31 de julio de 2008
Estimadas compañeras y estimados compañeros
Como Uds. se habrán enterado, acaba de asumir la nueva directiva de ANDIME. Ésta ha quedado compuesta de la siguiente manera: NELSON VIVEROS LAGOS (PS) Presidente; EGIDIO BARRERA GALDAMES (PPD) Secretario; MARIO ULLOA MARTÍNEZ (PS) Tesorero; ROSALÍA ELGUEDA VILLALOBOS (PS) Pro Tesorera; ELSY MORENO MEIER (PDC) Directora; MIGUEL VERDUGO OSORIO (PDC) Director y MANUEL ALVAREZ FLORES (PDC) Director.
Sin duda, el resultado de la elección de nuestra organización gremial, representa un gran triunfo para nosotros los socialistas del Ministerio de Educación, no sólo porque nuestros compañeros obtuvieron las más altas votaciones tanto individual y como partido, sino también porque volvemos a tener tres miembros de nuestro organización política en la directiva nacional de ANDIME.
Este triunfo se debe, por un lado, a la calidad, compromiso y entrega mostrados por nuestros candidatos y nuestra candidata y, por otro, porque pudimos articular acciones de compañeros y compañeras socialistas de todo el país. Ha sido una tarea titánica que ha rendido sus frutos y que nos demuestra que en la medida que podamos crecer en organización y compromiso, podremos acometer grandes proyectos con la convicción de que saldremos airosos en su consecución.
En el proceso de constitución de la directiva, por intermedio del compañero Presidente y el Secretario General de nuestra Brigada, establecimos diálogos con los compañeros del PPD y de la Democracia Cristiana, proceso no exento de algunas dificultades, como lo sintetizamos a continuación.
Teniendo siempre claro que no podría repetirse la desagradable situación que ocurrió hace dos años, el que afectó enormemente el buen desempeño y cohesión de nuestro gremio, desde un principio, nuestra posición como partido y en acuerdo con nuestros candidatos fue que ante cualquier eventualidad en cuanto a los resultados electorales, nosotros, los socialistas debíamos ser consecuentes y postulamos que en la definición de los cargos de la directiva nacional se respetará el principio de prelación que ha sido establecido por las bases de ANDIME y forma parte de nuestra tradición gremial; es decir que el candidato/a que obtuviera la más alta mayoría debía elegir el cargo que estimara conveniente y así sucesivamente hasta llegar a la opción de los directores.
La aplicación del principio de prelación fue el criterio central que sostuvimos en las conversaciones que con nuestros aliados de la Concertación. Desde esta perspectiva, a nuestro compañero Nelson Viveros le correspondía legítimamente, ser el Presidente de ANDIME. Sin embargo, ambos colectividades aliadas concertacionistas no estuvieron de acuerdo con la aplicación estricta del principio de prelación. El PPD, aduciendo que había un resultado muy estrecho entre el primer y el segundo candidato, Nelson Viveros y Egidio Barrera, respectivamente y que habría un “empate técnico” entre ambos, proponía que compartieran la presidencia un año cada uno, no respetando el principio y sin siquiera considerar que los candidatos/a socialistas tenían la más alta votación como colectivo. Por otro lado, nuestros aliados del PDC, si bien reconocieron nuestro legítimo derecho a liderar a ANDIME, no estaban de acuerdo con el principio de prelación, ya que proponían elegir como presidente a un compañero socialista que no era el que obtuvo la más alta mayoría.
Nosotros como socialistas, en todo momento sostuvimos el argumento de base que lo más importante era los intereses y los objetivos del gremio; que su unidad es y será lo fundamental, sobre todo considerando que se están produciendo situaciones en el ámbito educativo nacional sobre el cual los funcionarios del Mineduc tenemos mucho que decir, sin mencionar siquiera, lo que implican las propuestas y proyectos que reorganizan el sistema nacional de educación, que llevarán a una reducción del ministerio, el traslado de funcionarios a otras reparticiones y, seguramente, como ocurre en estos casos, a la supresión de algunos cargos de acuerdo a lo que se propone. Es por esto que nuestra posición en estas conversaciones fue siempre buscar una mesa directiva nacional de unidad. En el caso de las conversaciones con el PPD, respetar la nominación de Secretario del compañero Barrera; y con el PDC que hubiera una mesa de integración, incluso renunciando al derecho que tenía un compañero nuestro por orden de prelación.
En fin, los resultados ya son conocidos. Finalmente se impuso el principio de prelación y del criterio de ser la colectividad con mayor votación del gremio. En el momento de la constitución de la directiva nacional, el compañero dirigente del PPD concurrió con su voto a la elección de nuestro compañero Viveros como Presidente y quedó la mesa como actualmente está constituida. En un último intento, conversamos con el PDC para que la compañera de su colectividad que tenía la más alta votación fuera elegida como Tesorera, pero esto fue rechazado, quedando ellos como directores. Sin duda es lamentable lo ocurrido, ya que más allá de la distribución de los cargos, hay una gran organización que liderar y socias y socios y dirigentes intermedios que esperan una conducción unitaria, clara e inteligente ante los desafíos que se avecinan. Como socialistas no cejaremos en apoyar para que se produzca la unidad de energías y en la conducción y para esto, trabajaremos en todos los niveles que corresponda para engrandecer a ANDIME y para hacer respetar nuestros derechos e intereses como miembros de esta noble institución y como funcionarios del Ministerio de Educación.
DIRECCION NACIONAL
Senador Navarro, presidente de Comisión de Educación:
“No es compatible querer mejorar la educación pública y mantener el lucro”
Considerando que es “contradictorio e incompatible querer mantener el lucro y la selección en la educación y a la vez trazarse como objetivo el mejoramiento de la calidad de la educación pública” el senador Alejandro Navarro, presidente de la Comisión de Educación dijo que “sería bueno retomar la propuesta inicial del gobierno en el sentido de eliminar el lucro y la selección, que era y es una propuesta que no sólo concita un apoyo mayoritario entre la ciudadanía, sino que además es positivamente evaluada por los expertos en la materia”.
El parlamentario reiteró que “además, luego de la destitución de Provoste a nosotros nos parece que hay un cambio evidente en el anterior escenario que posibilitó el acuerdo entre la derecha y el gobierno respecto de la educación, acuerdo que permitía la sobrevivencia forzada del lucro y de la selección. Creo que es bueno decir las cosas con franqueza, más importante que sacar adelante un acuerdo con forceps, lo importante es discutir y revisar ese acuerdo, de manera de legislar pensando en los estudiantes y su futuro, sus padres, en los profesores, y no sólo en los sostenedores o dueños de colegios”.
“Además -agregó- creemos que aún estamos a tiempo de revisar los alcances de ese acuerdo. Y la mejor manera de que cualquier acuerdo se convierta en una buena iniciativa es considerando la opinión mayoritaria de los actores del sistema. Ciertamente se hizo un importante esfuerzo en ese sentido en el Consejo Asesor, al que incluso se criticó por ser tan diverso. Pero los contenidos del famoso acuerdo con la derecha, más allá del símbolo de las manos levantadas, no representa toda la diversidad técnica, política y social de ese Consejo y menos de sus propuestas”.
Navarro dijo que “sigue haciendo falta abrir el tema de la educación a la ciudadanía, para que efectivamente tengamos una educación que sea -como se dice siempre- un tema país. Justamente una de las diferencias entre los procesos de reformas exitosos que se han desarrollado en distintos países en materia educacional y el que llevamos adelante en Chile, es que en esos países la comunidad es parte activa del proceso. Yo todavía aspiro a una verdadera revolución educacional, que al final elimine la lógica del lucro y la selección”.
El legislador dijo que “ahora pareciera que todo el debate sobre educación girara en torno al acuerdo suscrito con la derecha, como si fuera intocable, cuando diferentes estudios de organismos nacionales e internacionales nos dicen que los temas de fondo tienen que ver con la discriminación que generan el lucro y la selección, en todo los niveles. La OCDE, que es un organismo en el que Chile espera ser admitido dijo en su informe sobre la educación chilena del 2004 que la educación chilena está influenciada por una ideología que da una importancia indebida a los mecanismos de mercado para mejorar la enseñanza y el aprendizaje”
“Asimismo -añadió- existen otros estudios más recientes, como “Evolución de la segregación socioeconómica de los estudiantes chilenos y su relación con el financiamiento compartido”, desarrollado por profesionales de la Universidad de Chile a fines del año pasado, que con claridad señala que la segregación socioeconómica de los estudiantes en el sistema escolar chileno es elevada. Esta conclusión es aplicable a los estudiantes más vulnerables y a aquellos de mejores condiciones socioeconómicas, y ha sido verificada tanto en educación básica como media (...) esta alta segregación socioeconómica ha tenido una evolución creciente en los últimos años, característica presente en la mayor parte de las regiones y comunas del país”.
Navarro dijo que, “por lo demás este no es un problema que afecte sólo a la educación básica y media, sino que también, y por lo mismo, es un tema que afecta a la educación superior. De hecho existe un estudio elaborado por expertos de Psicología de la Universidad de Chile, de junio de 2007, titulado “Cuando la suerte está echada”, que concluye que es más eficiente educar bien en la educación básica que restituir en la media; que seleccionar a los estudiantes en la educación media es un incentivo muy efectivo para perpetuar la baja calidad de los establecimientos educacionales; que el intento infructuoso de ingresar a la universidad constituye una forma actualizada de fracaso escolar; y que la PSU actúa como un instrumento de legitimación de las desigualdades sociales, poniendo como dato ejemplificador que sólo el 0,9% de los estudiantes de menores ingresos que rinden la PSU obtiene más de 700 puntos”.
PRENSA OFICINA PARLAMENTARIA
autor Patricio Bustos Pizarro
domingo, 16 de diciembre de 2007
Todo partido político o coalición de partidos que olvide o se despreocupe de generar efectivamente procesos destinados a
la formación, promoción y proyección de nuevos liderazgos internos y/o a la cooptación de dirigencias emergentes en el
mundo social, experimentará su paulatino anquilosamiento, su creciente pérdida de sensibilidad y de influencia sobre
la ciudadanía; viéndose inevitablemente obligado a recurrir a antiguas y desgastadas dirigencias y liderazgos para
asumir nuevas tareas y desafíos.
Sin cuestionar las capacidades, las experiencias, las trayectorias, los liderazgos, los aportes y la credibilidad de algunas
de estas dirigencias, es del todo entendible para los estudiosos de los procesos políticos y societales que frente a
situaciones de conflictos o de ausencia de acuerdos y de conducciones consistentes, los partidos y/o las coaliciones
convoquen a sus líderes; particularmente a aquellos que en determinadas coyunturas realizaron un trabajo exitoso o
contribuyeron significativamente a resolver dificultades existentes.
Sin duda que el retorno de los antiguos liderazgos políticos es entendible y lógico para los estudiosos de las crisis políticas,
gubernamentales y particularmente de las sociedades en transformación, sin embargo la ciudadanía, dependiendo de las
realidades específicas de cada sociedad, tiende a percibir y a elucubrar otras cosas: ausencia de voluntad para
favorecer la renovación política, repetición de liderazgos y personalidades, mantención de cuotas de poder, oligarquización de
la política, perpetuación en los cargos públicos, construcción de redes de influencia y de acceso al poder, entre otros
ejemplos.
En términos generales, los procesos de retorno al poder de los liderazgos antiguos puede obedecer a tres cosas:
Primero, a que se requiere de la experiencia, de la credibilidad y de la capacidad de construir acuerdos políticos estables
para resolver positivamente los períodos de crisis y de incertidumbre. Segundo, a que los liderazgos antiguos de algún
modo tienden a constituirse en depositarios o simplemente encarnan los sueños y anhelos más genuinos de progreso,
de desarrollo, de justicia y de libertad existentes en los distintos sectores e intereses que se agrupan y que conviven en
una sociedad. Tercero, a que es preciso incorporar liderazgos políticos fuertes para generar procesos políticos inclusivos,
de unidad centrípetos y desarrollo de dinámicas de gestión que permitan recuperar la iniciativa política y reposicionar a
las elites en el poder, con el fin de mantenerlas en él.
De ahí entonces que no es correcto diabolizar a quienes pretenden mantenerse en el poder. No tiene nada de
condenable ni menos reprochable. Muy por el contrario, el célebre hombre público del renacimiento italiano, Nicolás
Maquiavelo, lo señalaba en su conocida obra “El Príncipe”. Sostenía que el príncipe (autoridad, liderazgo,
etc.) debía acceder al poder, acrecentarlo y mantenerse en él. Con tal máxima política se inauguraba lo que hoy
podemos denominar la filosofía política moderna. Efectivamente, han transcurrido prácticamente quinientos años y tal
planteamiento continúa vigente, sólo que la mantención de los liderazgos en el poder, ya sea en los partidos, en el
gobierno o en el parlamento, depende básicamente de la opinión y decisión de los militantes y de los electores, es decir,
de los ciudadanos que participan en el desarrollo de las instituciones y de las sociedades democráticas. En definitiva, la
verdadera alternancia en el poder depende exclusivamente de los ciudadanos y no de las elites políticas.
La insuficiente renovación en y de las elites políticas partidarias, parlamentarias y gubernamentales en Chile es más que
evidente y así lo demuestran algunos estudios realizados por importantes entidades académicas y centros de
investigación de la realidad político-social del país. En efecto, desde el golpe de estado de 1973 hasta la recuperación de la
democracia en marzo de 1990, hubo un mínimo de renovación y de cambios en los liderazgos políticos de las estructuras
partidarias y en las autoridades que luego asumieron responsabilidades públicas, tanto en el gobierno como en el
parlamento.
Desde el punto de vista de la politología, la escasa renovación de liderazgos en las elites políticas chilenas, entre 1973 y
1990, puede entenderse y hasta justificarse por el cúmulo de restricciones establecidas por la dictadura para desarrollar
la actividad política partidaria opositora, por el exilio obligatorio que afectó a numerosos liderazgos y por las condiciones
en las que la política de partido fueron vivenciadas en clandestinidad.
No obstante lo señalado, entre 1973 y 1990, sólo los sectores vinculados política, económica e ideológicamente a la
dictadura experimentaron procesos significativos de recambio y de renovación de sus elites políticas, de sus dirigencias y
de sus liderazgos internos. Un importante número de estos nuevos líderes de derecha comenzó a incorporarse a la
actividad pública en 1990 (parlamento) y en 1992 (municipios) y se ha prolongado, cada vez con menos fuerza, hasta la
última elección presidencial y parlamentaria del 2005.
Los partidos del sistema político chileno no han logrado impulsar procesos efectivos de renovación respecto de sus elites
partidarias, de sus dirigencias y de sus liderazgos internos. Quienes han planteado en algunos momentos la tesis de
“continuidad y cambio”, finalmente han desechado el cambio y han optado por la continuidad; cuestión que
El Clarín de Chile
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les permite mantener sus cuotas de poder y sus influencias dentro del sistema.
En los últimos siete años han surgido varias iniciativas al interior de los partidos que han buscado generar procesos de
recambio de liderazgos en las conducciones partidarias y en el gobierno. Nuevos rostros, líderes, ideas, dinámicas de
conducción, de gestión y de procesos de construcción de acuerdos políticos aparecen como una justa y necesaria demanda
de parte de la ciudadanía. Incluso a nivel de cargos de representación popular (parlamentarios, alcaldes, concejales) es
conveniente fijar límites para las reelecciones.
Pese a los esfuerzos realizados por algunos sectores, tanto de gobierno como de oposición, más ha podido la
institucionalidad heredada de la dictadura (Constitución política, sistema electoral binomenal, votación obligatoria, etc.) que
la aspiración que busca revitalizar y profundizar la democracia. Es sabido que la actual institucionalidad del país ahoga la
democracia y restringe la efectiva participación de la ciudadanía. En consecuencia, se trata de airear el sistema político o
dejarlo fenecer por senectud, anquilosamiento progresivo o simple desafectación ciudadana.
Es paradojal, pero todo parece indicar que el actual cuadro que presenta la institucionalidad política del país resulta
propicio para los partidos de la Concertación; y por cierto también para los de oposición. Existe un universo electoral
cautivo, que más allá de las abstenciones, los nulos y los blancos, tiende a elegir con cierta regularidad a los mismos
de siempre. De ahí entonces que nadie quiere cambiar el traje con el que se siente cómodo.
Por estos días se ha hecho más tangible la ausencia de nuevos liderazgos y dirigencias en la elite política nacional. El
retorno de Francisco Vidal parece ser la antesala del regreso de varios que en estos dos años han permanecido en los
claroscuros de la política, a la espera de una oportunidad y con deseos de recuperar protagonismos, influencias o
simplemente cuotas de poder.
En los partidos de gobierno ocurre algo parecido. Un cansino Eduardo Frei ha manifestado su disponibilidad para asumir
nuevamente la conducción de la DC y desde ahí proyectarse como posible candidato de la Concertación. La senadora
Soledad Alvear también ha expresado su intención de “repetirse el plato” en la conducción del partido.
En el PS ocurre algo muy similar. Los preparativos para el congreso de marzo de 2008 y para las elecciones internas así
lo demuestran. Seguramente el senador Camilo Escalona intentará mantenerse en las primeras filas de la dirección del
partido mientras otros agrupamientos internos buscarán construir una alternativa de conducción, de liderazgo y de gestión
partidaria que rompa las lógicas y dinámicas obsecuentes y excluyentes instaladas durante su conducción. Es más, ya
se anuncia el eventual regreso de José Miguel Insulza a Chile y a la política partidaria.
Recordemos que recientemente en el PRSD fue electo el senador José Antonio Gómez. En tanto en el PPD, sin duda las
próximas elecciones serán algo más tranquilas y seguramente sus liderazgos y dirigencias propenderán a la unidad
partidaria, al fortalecimiento del partido y a obtener una mayor presencia en las elecciones municipales del 2008 y en las
parlamentarias del 2009, sin que ello signifique necesariamente renovar los liderazgos y las dirigencias internas. La
oposición interna prácticamente fue inducida a dejar el partido, y por tanto, a construir alternativas políticas fuera de sus
filas.
En los partidos de derecha la democracia interna no deja de ser una noble aspiración de sus militantes. Tanto en RN
como en la UDI las opiniones que buscan ampliar los márgenes de representación interna y el surgimiento de nuevos
liderazgos rápidamente suelen ser neutralizados y acallados. Es conocido que en los últimos diez años el ejercicio del
poder ha rotado entre las mismas elites partidarias.
De ahí entonces que llame la atención el retorno de Francisco Vidal al gobierno, no sólo por cuestiones coyunturales, sino
porque ello sería la prueba palpable de la falta de voluntad por generar las condiciones necesarias para renovar los
liderazgos, las dirigencias y los estilos de hacer política de las elites, tanto en los partidos como en el gobierno.
En consecuencia, Francisco Vidal vendría a representar el retorno de los salmones a su lugar de origen, no sólo con el fin
de cumplir un ciclo, desovar y así prolongar a las actuales elites políticas en el poder, sino para asegurar que los
eventuales recambios de generaciones de liderazgos y de dirigencias conserven el ADN y la impronta de una generación
de políticos que, en términos generales, declaró querer cambiar las injusticias del sistema y terminó enamorándose de
sus supuestas virtudes.
Patricio Bustos Pizarro
Santiago, diciembre 16 de 2007
[1] La última Encuesta Casen dejó al descubierto la existencia de un millón de trabajadores que perciben un ingreso menor al sueldo mínimo ($108.000). Además, 2 millones de personas viven bajo la línea de la pobreza, mientras grandes intereses inmobiliarios siguen eximidos desde 1987 de tributar en un 65%, lo que resta al fisco alrededor de US$ 3.000 millones (a esto debe sumarse la gran evasión y dilución tributaria todavía existentes).
Si bien la Reforma Educativa que se comienza a perfilar a partir de los 90 ha transformado significativamente el andamiaje escolar chileno; producto del aumento sustantivo de la inversión estatal en la construcción de programas curriculares innovadores, instrumental pedagógico - didáctico, mejoramiento salarial, perfeccionamiento docente, e infraestructura educacional; no es menos válido que existe la percepción de que esto no ha tenido su correlato con los procesos de enseñanza - aprendizaje en el aula: en efecto, se percibe que los ritmos de avance en los procesos educativos son lentos y que un porcentaje no menor de profesionales - docentes asume sólo discursivamente las innovaciones curriculares y didácticas. Lo anterior obliga a optimizar la gestión escolar y fundamentalmente la calidad de los procesos de enseñanza - aprendizaje en la sala de clases, para lograr esto hay que mejorar sustancialmente la formación inicial y la preparación de los docentes en el tratamiento del nuevo currículum y aumentar la eficacia de los apoyos para alcanzar tales objetivos.
Nuestra segunda preocupación como socialistas pasa por la formación de los futuros cuadros docentes, especialmente de aquellos que están egresando de universidades no acreditadas por el Ministerio de Educación. ¿¡Hasta cuándo se permite la anarquía en la formación de una profesión tan delicada e importante para el futuro del país!?; en efecto, el drama de la formación inicial del profesorado; donde conviven las 17 universidades acreditadas (con ingresos de alumnos con más de 600 puntos en la P. S. U.), las universidades privadas (donde, por lo general, ingresan los que no quedaron en las universidades tradicionales o acreditadas), y por último los ¿formados? A distancia o con clases los fines de semana, lo que obviamente no asegura una calidad profesional adecuada y pertinente; de aquí que los socialistas tenemos la obligación de luchar por aumentar la calidad y equidad de una educación que a maximizado su cobertura, pero que no ha tenido la capacidad suficiente para incorporar los dominios de un conocimiento actualizado y contextualizado, estrategias metodológicas apropiadas y de una tecnología cada día más sofisticada y con un proceso de enseñanza - aprendizaje humanizador y pluricultural que se apropie de la historia y valores locales, ligados a lo mejor de la cultura universal: preparando así al futuro ciudadano como agente activo y creativo, capaz de generar proyectos personales y profesionales, auto organizarse y liderar procesos en los distintos niveles del cuerpo social. Si estas percepciones son correctas llevar la reforma a la sala de clases e incrementar la equidad y calidad pasa. necesariamente, por formar profesionales — docentes armados de un manejo curricular que les permita desarrollar una pedagogía efectiva y eficiente; capaces de vincular los contenidos específicos de cada nivel, especialidad y/o asignatura con una transversalidad que enriquece la formación personal del estudiante, dando paso con esto al reconocimiento de la centralidad de la persona en un universo cambiante y diverso, para enfrentar además con posibilidades, el creciente proceso de segmentación en los aprendizajes e instalar los fundamentos de una verdadera cultura educativa: creativa, crítica, responsable y democrática.Hoy es más necesario que nunca despejar al menos 3 interrogantes:1. ¿Qué tipo de educación queremos y para qué desarrollo? 2. ¿Qué tipo de universidades deberían intervenir en la formación inicial del profesional - docente? 3. ¿Cuáles serían los procesos de selección a que deberían ser sometidos los aspirantes a pedagogos? Las respuestas parecieran ser obvias: 1. Una educación de calidad formadora de sujetos creativos, competentes, críticos y responsables de la construcción de una democracia que distribuye con justicia el producto de su crecimiento y desarrollo. 2. La formación inicial docente debería ser otorgada sólo por universidades (con mallas curriculares actualizadas y académicos validados en su experticia) realmente acreditadas por su calidad, seriedad, competencia e innovación. Más aún es necesario implementar - a 1a brevedad - La Escuela Única de Pedagogía, antigua aspiración del magisterio, que apunta a concentrar y formar todos los niveles y especialidades del cuerpo docente. 3. Una selección estricta y justa (otorgamiento de becas a los estudiantes con carencias económicas) de los postulantes a pedagogía debe pasar por un puntaje superior a los 600 puntos en 1a PSU, y la inmediata aplicación de un examen psicológico y una batería de test que digan relación con la aptitud - actitud - vocación y real interés por la docencia. Sus condiciones laborales deberían asegurar a lo menos: una carrera con sueldos equivalentes al estrato medio - superior de las profesiones universitarias; la atención de cursos que no excedan los 30 alumnos; mayor cantidad de horas para la preparación de clases; un sistema previsional y de salud que otorgue seguridad - bienestar físico y psicológico inherente a una profesión de por si agotadora y estresante; un perfeccionamiento pertinente - contextualizado - coherente y permanente; una promoción profesional basada en competencias y antigüedad, asociada a una evaluación anual (evaluación que se debería extender a todos los profesionales públicos y privados). En suma, se trata de formar profesionales - docentes capaces de manejar las relaciones que se establecen entre el mundo de las ideas, el sistema educativo y la sociedad, y simultáneamente apropiarse de las teorías de la educación y sus connotaciones prácticas, para asumir así los lineamientos inherentes a un proceso educativo dinámico y cambiante, de modo que los objetivos - contenidos y actividades desplegadas en el aula estén realmente sustentadas en un cuerpo general y específico de conocimientos y valores formativos. Todo ello en un marco laboral y previsional cautelador de su salud física, mental y económica.ÁLVARO LABRA LABRA
Magíster en Política y Gestión Educacional