INDICADORES DE POLITICA EDUCACIONAL
Indicadores de política educacional de izquierda.
Francisco J. Laporte Derves
Cuando el conocimiento se ha transformado en la base del poder, el poseerlo constituye la mejor herramienta para construcción de sociedad. La Escuela es la institución que instala el saber en la sociedad; depende del uso de los saberes adquiridos por los individuos la sociedad que se construya; y ese uso es aprendido en la formalidad escolar. La calidad de la educación debe medirse por el impacto que produce lo aprendido en las relaciones intrasocietales.
Ni los sistemas escolares ni el consecuente curriculum escolar, son políticamente inocentes o neutros. No conduce a lo mismo un sistema educacional basado en las demandas del mercado que un sistema basado en el mandato de las necesidades de integración social. No da lo mismo quién es el propietario del establecimiento escolar y cuáles son los proyectos de vida de sus propietarios. Por más que haya un curriculum prescrito que pretende dar ciertos lineamientos integradores, un sostenedor privado, con afán de lucro y objetivos personales, no ofrece el mismo curriculum escolar que un sostenedor privado institucional, con objetivos colectivos sectoriales o un sostenedor público con objetivos holísticos, mediatos e incluyentes.
Pero, y me interesa poner esto en el debate,: ¿Cuáles son las claves para determinar que una propuesta educacional (explícita o implícita) es de izquierda o derecha? Creo que bastan estas dos pistas para definir una política educacional de izquierda:
1.- Que sea inclusiva. Inclusiva: que dé cuenta de intereses, expectativas y necesidades de saberes de todos los participantes de una sociedad compleja y diversa, como es en la que vivimos. No inclusiva en tanto incorpora al diferente a “nuestra cultura”; sino que dé cabida a todas las formas de interpretar el mundo; esto es, que los límites de lo socialmente aceptable y correcto se amplíen para abarcar la totalidad de formas de vivir y convivir, con la única limitación que todos y todas acepten esta premisa como competencia básica para la construcción de la sociedad.
No, por supuesto, aquella política que imponga requisitos básicos para incorporarse al mundo del dominante; desde luego, no requisitos como aprender de determinada forma y velocidad y con contenidos que no le son significativos. No es de izquierda una política o prácticas escolares que seleccione alumnos por cualquier razón que no sea el desarrollar escenarios didácticos múltiples para permitir aprendizajes útiles, significativos desde las distintas disposiciones al aprendizaje con que acceden a la escuela la diversidad de personas que van a aprender. La buena escuela es la que dispone de buenos profesores y no de “buenos alumnos”, que diseña escenarios para el aprendizaje acogedor e inclusivo, en los que todos los alumnos aprenden todo lo necesario para ser y hacer felices a todos.
2.- Que la apropiación de saberes sea social y no sólo individual o sectorial. Si bien la adquisición de saberes es individual su apropiación es social, en tanto lo que se sabe se concreta en la vida, en cómo lo que hacemos o pensamos nos permite hacernos realidad, y somos realidad sólo si los demás lo son. Somos en tanto los otros son. Por tanto, los saberes adquiridos por los individuos son apropiados, en tanto sus consecuencias societales son previstas en función de los intereses, necesidades y expectativas colectivas (locales y universales) de saberes para el hacer, el conocer, el ser y el convivir, como diría Delors.
Así entonces, una escuela, una educación formal, es de izquierda si incluye a todos y todas los individuos y sus formas de vivir y convivir y si las consecuencias de los aprendizajes adquiridos producen sociedad incluyente, inclusiva y con futuro (con todas las formas de vida, es claro, y no sólo con la humana inmediata o con la sociedad humana histórica, la que fue y la que será; sino con toda la naturaleza)
Todo diseño de sistema educacional estructurado de forma que contenga elementos que conduzcan a la segmentación social, al reduccionismo curricular, a la inclusión forzada o la exclusión de los que no califican para ser incluidos debería ser impugnada por quienes diseñan las políticas educacionales desde la izquierda y no podría ser llamado “pro socialista”.
Marzo 10 2006.
Francisco J. Laporte Derves
Cuando el conocimiento se ha transformado en la base del poder, el poseerlo constituye la mejor herramienta para construcción de sociedad. La Escuela es la institución que instala el saber en la sociedad; depende del uso de los saberes adquiridos por los individuos la sociedad que se construya; y ese uso es aprendido en la formalidad escolar. La calidad de la educación debe medirse por el impacto que produce lo aprendido en las relaciones intrasocietales.
Ni los sistemas escolares ni el consecuente curriculum escolar, son políticamente inocentes o neutros. No conduce a lo mismo un sistema educacional basado en las demandas del mercado que un sistema basado en el mandato de las necesidades de integración social. No da lo mismo quién es el propietario del establecimiento escolar y cuáles son los proyectos de vida de sus propietarios. Por más que haya un curriculum prescrito que pretende dar ciertos lineamientos integradores, un sostenedor privado, con afán de lucro y objetivos personales, no ofrece el mismo curriculum escolar que un sostenedor privado institucional, con objetivos colectivos sectoriales o un sostenedor público con objetivos holísticos, mediatos e incluyentes.
Pero, y me interesa poner esto en el debate,: ¿Cuáles son las claves para determinar que una propuesta educacional (explícita o implícita) es de izquierda o derecha? Creo que bastan estas dos pistas para definir una política educacional de izquierda:
1.- Que sea inclusiva. Inclusiva: que dé cuenta de intereses, expectativas y necesidades de saberes de todos los participantes de una sociedad compleja y diversa, como es en la que vivimos. No inclusiva en tanto incorpora al diferente a “nuestra cultura”; sino que dé cabida a todas las formas de interpretar el mundo; esto es, que los límites de lo socialmente aceptable y correcto se amplíen para abarcar la totalidad de formas de vivir y convivir, con la única limitación que todos y todas acepten esta premisa como competencia básica para la construcción de la sociedad.
No, por supuesto, aquella política que imponga requisitos básicos para incorporarse al mundo del dominante; desde luego, no requisitos como aprender de determinada forma y velocidad y con contenidos que no le son significativos. No es de izquierda una política o prácticas escolares que seleccione alumnos por cualquier razón que no sea el desarrollar escenarios didácticos múltiples para permitir aprendizajes útiles, significativos desde las distintas disposiciones al aprendizaje con que acceden a la escuela la diversidad de personas que van a aprender. La buena escuela es la que dispone de buenos profesores y no de “buenos alumnos”, que diseña escenarios para el aprendizaje acogedor e inclusivo, en los que todos los alumnos aprenden todo lo necesario para ser y hacer felices a todos.
2.- Que la apropiación de saberes sea social y no sólo individual o sectorial. Si bien la adquisición de saberes es individual su apropiación es social, en tanto lo que se sabe se concreta en la vida, en cómo lo que hacemos o pensamos nos permite hacernos realidad, y somos realidad sólo si los demás lo son. Somos en tanto los otros son. Por tanto, los saberes adquiridos por los individuos son apropiados, en tanto sus consecuencias societales son previstas en función de los intereses, necesidades y expectativas colectivas (locales y universales) de saberes para el hacer, el conocer, el ser y el convivir, como diría Delors.
Así entonces, una escuela, una educación formal, es de izquierda si incluye a todos y todas los individuos y sus formas de vivir y convivir y si las consecuencias de los aprendizajes adquiridos producen sociedad incluyente, inclusiva y con futuro (con todas las formas de vida, es claro, y no sólo con la humana inmediata o con la sociedad humana histórica, la que fue y la que será; sino con toda la naturaleza)
Todo diseño de sistema educacional estructurado de forma que contenga elementos que conduzcan a la segmentación social, al reduccionismo curricular, a la inclusión forzada o la exclusión de los que no califican para ser incluidos debería ser impugnada por quienes diseñan las políticas educacionales desde la izquierda y no podría ser llamado “pro socialista”.
Marzo 10 2006.
0 comentarios